martes, 24 de enero de 2012

Reflexión sobre la vida

Hoy me acuerdo mucho de ti, papá, porque hoy hace dos meses que mantuvimos nuestra última conversación. Nos dijimos tantas cosas... Pero me faltó la más importante... A pesar de ello y sorprendentemente, hoy estoy reflexiva... Hoy es uno de esos días en los que analizas la vida, lo que has vivido, lo que vives y lo que te falta por vivir... Y, aunque sé que será sin ti, no estoy tan deprimida como otros días. La vida ha sido injusta contigo y con las personas que te querían... Es muy difícil ver como una persona se va, teniendo tantas cosas por vivir y por hacer... También es muy complicado para los que se quedan, seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado. Nos vemos en la obligación de levantarnos para continuar con nuestros empleos, pagar facturas que antes nos parecían un problema... ¡Qué irónica es la vida! ¡Qué insignificantes son ahora los pequeños detalles de los que antes hacíamos una montaña! Mis problemas ahora son mis pasatiempos... Nada merece la pena porque todo tiene remedio en ésta vida.
No estoy optimista, pero tampoco tan pesimista como otros días. Sueño contigo y sé que esa es tu manera de comunicarte conmigo. El sueño es ese camino que se utiliza para decir todo lo que no se pudo o para lo que no hubo tiempo. No os podéis hacer una idea de lo que me tranquiliza escucharle hablar en mis sueños, dedicarme palabras que quiero oír, animarme a seguir con mis proyectos...
Jamás pensé que pudiera tener miedo de algo, excepto del vacío infinito, pero me he dado cuenta de que no es así. Ha crecido en mí el miedo a que suene el teléfono y tener que cogerlo... El miedo a la noche, el periodo de tiempo comprendido entre el acostarse y el dormirse... Ese tiempo se hace tan eterno y piensas en tantas cosas... Tengo miedo a dormirme, porque temo despertarme con una mala noticia en mitad de la noche... Tengo miedo de no volver a ser la misma, de no ser capaz de presentar mis próximos libros si no está él. La vida ha sido tan injusta... Tenía un corazón tan grande que no le cabía en el pecho y. aún así, la vida no le dio la oportunidad de despedirse de todos sus seres queridos.
Quizá por eso, los problemas que antes me parecían importantes, ahora son insignificantes... Porque debemos sentirnos afortunados por cada amanecer que podemos disfrutar, por cada segundo que podemos pasar con nuestras familias y amigos, por seguir aquí.
Espero que ésta reflexión dure lo máximo posible en mi mente...
Te quiero, papá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario